Desde la ciudad de Cataluña, puede llegar una solución que pueda aprovechar al máximo la energía del viento. Se necesitará poner estas turbinas eólicas en lugares despejados, donde se aprovechen al máximo las corrientes aéreas circundantes. La superficie marina es un lugar que presenta estas características ideales para llevarlo a cabo, pero el costo que puede alcanzar la tarea de colocar dichas turbinas sobre la superficie del agua, son tan elevados que no permiten llevar poner en práctica este recurso eficientemente en el aspecto económico.

Climent Molins (Univ. Politécnica de Cataluña) es uno de los inventores dueños de la patente de los flotadores de hormigón. Estas son unas estructuras de forma cilíndrica, poseen una gran boya y un lastre. Esta sería la forma “barata” de colocar los molinos de viento sobre el agua.

Parque Eólico Marino

El investigador responsable de esta tarea, describe a estos flotadores de hormigón resaltando que resultan sencillos y baratos de construir, y además, tienen gran resistencia y durabilidad. En cuanto a lo que se refiere a las características de resistencia en contra del oleaje, según sus estudios (mediante simulaciones realizadas en ordenadores) apenas tendrían movimiento con mar calmo, y en caso de oleaje más fuerte, pueden soportar olas de hasta 25 metros de altura.

A esta clase de turbinas que se colocan en el mar, se les llama «offshore» y son capaces de recibir una mayor cantidad de viento que las turbinas normales, por lo tanto, la generación de energía que pudieran alcanzar es significativamente mayor comparado al resto. Uno de los contratiempos más significantes, es que las condiciones ambientales en estas zonas pueden ser perjudiciales para las infraestructuras; la oxidación, las frecuentes tormentas y la erosión natural del agua, son los aspectos negativos que se toman en cuenta al realizar las grandes inversiones necesarias para instalarlas.

Proyecto

Pero, estas nuevas infraestructuras, tienen la una gran ventaja: durabilidad y resistencia. El hormigón, es un material que puede llegar a ser un 60 % más barato en comparación con otros materiales de uso común, como el acero, y su vida útil se estima en unos cincuenta años aproximadamente, por lo cual, una vez colocadas la base de las turbinas, estas inquietudes dejarían de ser un problema para los productores de energía eléctrica.